ENTREVISTA CON DOLORES ABRIL

Dolores Abril tiene una bonita historia que contar. Conoció con diecisiete años a un hombre, veinte años mayor que elle, y se enamoró de él. Era un hombre casado y con tres hijos, en unos tiempos en los que una historia así conllevaba el que a uno se le señalara con el dedo. Lolita Caballero, como se anunciaba entonces, era una chica morena, que además de una voz de azúcar, llamaba la atención por su cara de gitana y su piel de bronce. Una niña que nació en Hellín-Albacete-, la menor de ocho hermanos, hijos de guardia civil, que siempre la apoyaron para que cumpliera sus sueños de artista.
DOLORES ABRIL
"SIEMPRE QUISE SER MADRE ANTES QUE ARTISTA"
Por: Juan Antonio Valderrama Caballero
Convertirse en pareja artística del mítico Valderrama fue una elección poco afortunada para sus propios intereses. Tuvo que cambiar de estilo y de repertorio para encajar en los espectáculos de su marido. Se convirtió conscientemente en una segundona, a sabiendas de que podría haber llegado mucho más lejos en solitario. Cosas del amor.
Pregunta: Volvamos por un momento a su niñez en aquel cuartel de Hellín en el que se crió. Todas las niñas de la época jugaban a ser madres, ¿ a qué jugaba usted?
Respuesta: A cantar y a tocar los palillos. En el recreo, en la escuela ensayaba sin palillos. Cuando mi madre me los pudo comprar, ya sabía casi tocarlos. Con cinco años, en el colegio de Manzanares al que iba, fue la primera vez que antué en un escenario. Canté Échale guindas al pavo y lo que me echaron fue un montón de pelas al escenario. La maestra me decía, "cógelas Lolita, que son tuyas, pero yo era muy peque entonces y le respondí, que las cojan los que las han tirado..."
P.- Dedicarse a la música, no era lo que más ilusionaba a un a un padre entonces. ¿Le costó trabajo que sus padres asimilaran su vocación de artista?
R.- Mis padres, cuando llegó el momento, ya se habían hecho a la idea, porque desde muy pequeña fue mi vocación. Nunca me pusieron pegas, porque era lo único que hacía, cantar y bailar. Era la única de mis hermanos que mostraba estas aptitudes y siempre se me considera como algo especial.
P.- ¿Como se conocieron usted y Juanito?
R.- Cuando tenia doce años él paso por Albacete para cantar. Resulta que necesitaba unos músicos para cantar una saeta y mis hermanos fueron para ofrecerse y tocaron. Yo me colé al camerino de Juanito para decirle que quería ser artista. Le canté una canción de Juanita Reina que se llama España mía. Juana ha sido siempre mi artista, mi espejo. Cuando terminé de cantar me dijo que lo hacia muy bien y me dedicó una fotografía en la que escribió: "Para una futura estrella de la canción". Ahora cuando miro esa fotografía siento algo especial, entonces era una chiquilla de doce años y fíjate por donde, la dichosa foto está hoy en el salón de mi casa.
P.- Con una sociedad tan tradicional como la de entonces, lo lógico era que una relación como la de ustedes levantara polémica...
R.- Sí. Fue muy delicado, porque yo era menor y Juanito estaba casado y tenia tres hijos. Por esos motivos decidimos llevar las cosas en secreto, pero llegó un momento en el que tuve que marchar. Acepté un contrato para México y me marché. Era consciente de que Juan tenia una familia, tres hijos y una buena esposa y madre que fue María. Son cosas que pasan en la vida y que no elegimos.
P.- Con dieciocho años embarca usted rumbo a México, quizá un poco harta de su situación. ¿Qué deseaba encontrar en América?
R.- Una oportunidad de ser artista. Fui a un local que se llamaba El rincón de Goya, un restaurante con escenario. Mi contrato era por tres meses y estuve dieciséis. Entonces Juanito me llamó para que volviera a España. Yo accedí, siempre y cuando arreglara su situación matrimonial para siempre. Eso significaba dejarlo todo y empezar de nuevo. Esa era mi exigencia para volver y Juan la cumplió. Le dejó todas sus pertenencias a su familia y comenzamos una nueva vida. Así llevamos cuarenta años.
P.- Cuando regresó, supongo que ya tenía tomada la decisión de seguir junto a Juanito como pareja artística además de sentimental. ¿Era consciente de lo que ya nunca podría ser Dolores Abril en solitario, de que se convertiría en un complemento de Juanito Valderrama?
R.- No lo era del todo, pero sí sabía que era yo la que tenía que adaptarse al otro. Sabía que él era la estrella, al que el público pagaba por ver. Daba igual que la compañía fuera quien fuera, la gente quería ver a Juanito Valderrama y los demás estábamos un poco para rellenar. Además, tuve que aprender temas a guitarra, cuando a mí lo que me iba era la orquesta o el mariachi. Es cierto, renuncié un poco a mi carrera con tal de que estuviéramos juntos. Tiró más mi deseo de fundar una familia, de ser madre.
P.- ¿Qué le gusta cantar para los amigos?
R.- Boleros, rancheras, todas esas cosos a las que mi voz se adapta mejor y que no he podido cantar en los escenarios. Esas son cosas que siempre me ha gustado cantar y que creo que he hecho mejor. En América tuve la oportunidad de grabar y de hacer cine, pero regresé.
P.- ¿Qué significa para usted ser artista?
R.- Eso al principio era todo para mí, un sueño. Luego llega el momento en el que tocas techo y ya nada es igual. Ser artista profesional necesita una dedicación íntegra y eso tiene una edad. Personalmente, me siento realizada más como madre que como artista. No se puede tener todo. Me ha horrorizado siempre la idea de estar sola, de no haber dejado hijos en el mundo. Recuerdo a mi amiga y gran artista Amalia de Isaura. Me decía que estaba acertada en mi manera de entender la vida. Me decía "Mira lo único que tengo después de tantos años de sacrificio, un baúl de recortes de periódico y un loro...".
P.- En sus más de treinta años como profesional, ha alternado con artistas excelentes, pero seguro que habrá habido algunos que la han emocionado de forma especial.
R.- Juanita Reina y Concha Piquer han sido únicas. Lola Flores era más que nada mi amiga, aunque en lo suyo haya sido un huracán, un verdadero genio. De otros géneros, Lucho Gatica y Nino Bravo. En el flamenco muero con Pastora Pavón (Niña de los Peines ) y con Pepe Marchena.
P.- ¿Es cierta la leyenda de que las folclóricas no se llevan bien entre ellas?
R.- No es cierto. El artista no es un ser de otro planeta, es como todo el mundo, con sus rarezas y sus virtudes. Siempre hay personas que conectan mejor o peor con uno, pero el hecho se si son o no artistas no suele influir. Entre los verdaderamente grandes no existen los celos, los celos son más propios de los artistas mediocres.
P.- En octubre de 1981 usted y su marido sufrieron un grave accidente de tráfico en el que usted se fracturo una vértebra cervical y estuvo muy cerca de la muerte. Los que la conocen bien dicen que después se convirtió en una persona diferente. ¿Cuánto cambia una persona después de una experiencia así?
R.- Aprendes a valorar la vida. Yo siempre he sido cristiana, pero a partir de aquellos momentos lo soy aún más. La muerte me rozó solamente, pero fue suficiente para que aprendiera a darle gracias a Dios cada mañana por estar aquí. Después de seis operaciones en las piernas, no me puedo casi calzar y cuando cambia el tiempo casi no puedo moverme. Aun así, lo mío fue casi un milagro, mi lesión era muy parecida a la de Azucena Hernández, a la que mando desde aquí un beso grande.
P.- ¿Comprende la fascinación que produce en la gente la fama, el éxito?
R.- Sí y la comparto. Es un cariño muy especial, porque provienen de la admiración. Te aplauden y te siguen porque eres capaz de hacer algo extraordinario que no todo el mundo puede hacer. Es el pago de los artistas, su gasolina para seguir adelante con ilusión. Lo que la gente no imagina es lo que hay detrás de ese relumbrón, el sacrificio, la carretera, el no ver a tus hijos... Esa es la otra cara de la moneda, uno se debe al público.
P.- ¿Y el engreimiento?
R.- Nunca. Los que son realmente grandes no son engreídos. Los que lo son, en el fondo no creen en su propia valla y necesitan aparentar lo. Son dignos de lástima.
P.- Imagínese que retrocedemos en el tiempo y usted viene a ser Lolita Caballero, ¿volvería a optar por Dolores Abril?
R.- No. Dolores Abril está ahí para bien y para mal. Lolita Caballero podía haber sido alguien, o podía no haberlo sido, quién sabe. A mí me quedará siempre la duda,es el precio que he tenido que pagar por ser madre de mis hijos y esposa de un mito. Si pudiera volver atrás, seguramente haría lo mismo y treinta años más tarde te respondería lo mismo que te estoy respondiendo. Mi vida ha tenido trances muy difíciles en los que he intentado siempre lo mejor para los míos. Ser la pareja de Juanito Valderrama no es algo fácil de llevar, Juan arrasa, es uno de los mejores artistas que ha parido este país y a mí me toca un pedacito. Me lo he ganado a pulso. ¿No te parece?.